Esta serie se originó como un deambular en las sensaciones del laberinto, en su fenomenología, en el ser que lo habita. Es una metáfora de una condición humana, un balanceo sobre diferentes ejes que se cruzan, la luz y la oscuridad, lo interno y lo externo, el ruido y el silencio, la ceguera y la visión, la soledad y la compañía… hay tantos elementos en el laberinto como sensibilidades se adentran en él.
Fueron piezas fundamentales la luz, el tacto, la ceguera, el juego, la melancolía, el temor, la sorpresa y el silencio. Pero hay tantos otros que conforman las paredes del laberinto, tantos otros que perviven en el espacio entre éstas, que hace absurdo el intento de enumerarlo. Se ha expandido y bifurcado gracias a Borges (muy especialmente a su Asterión), Kafka, Murakami, Pallasmaa, Saramago, y como obras de referencia y explosión mental increíble, el catálogo de la exposición «Por Laberintos» y el libro de Santarcangeli «El libro de los laberintos», guía fundamental para cualquier adepto.
fanny lichtenstein 